La divulgación de historia como una actividad urgente. La recuperación del vínculo entre la práctica del historiador y los modos en que la comunidad se relaciona con su pasado como desafío. La organización como instancia necesaria.
Las pinturas nos permiten entender como la gente ve y comprende a su propio tiempo. Un buen ejemplo de ello son estas dos imágenes, que retratan al mismo sujeto social pero en épocas diferentes. La primera es una pintura de 1934 de Antonio Berni y su nombre es Desocupados. La otra, llamada Piqueteros, carajo, es un dibujo realizado por Flor del MTD Anibal Verón en el año 2002.
Volver el tiempo atrás, desandar lo hecho y evitar aquello que nunca debería haber pasado. Esta es la propuesta que nos hace el poeta Agustín García Calvo: jugar con el tiempo y aconsejar a las carabelas de Colón que no realicen el viaje al que estan destinadas; pedirles que vuelvan de donde vinieron y nunca inicien aquella travesía que inicia el mundo que conocemos.
La interpretación musical es de Chicho Sanchez Ferlosio, reconocido cantautor anarquista español.
A contratiempo
Carabelas de Colón, todavía estáis a tiempo. Antes que el día os coja, virad en redondo presto, presto. Tirad de escotas y velas, pegadle al timón un vuelco, y de cara a la mañana desandad el derrotero. Atrás, ¡a contratiempo! Mirad que ya os lo aviso, mirad que os lo prevengo: que vais a dar con un mundo que se llama el Mundo Nuevo, nuevo. Que va a hacer redondo el mundo, como manda Tolomeo, para que girando siga desde lo mismo a lo mesmo. Atrás, ¡a contratiempo! Por delante de la costa cuelga un muro de silencio, si lo rompéis, chocaréis con terremotos de hierro, hierro. Agua irisada de grasas y rompeolas de huesos, de fruta, de cabecitas veréis los árboles llenos. Atrás, ¡a contratiempo! ¡A orza, a orza, palomas!, huid a vela y a remo. El mundo que vais a hacer, más os valiera no verlo, verlo. Hay montes de cartón-piedra, ríos calientes de sebo, arañas de veinte codos, sierpes que vomitan fuego. Atrás, ¡a contratiempo! Llueve azufre y llueve tinta, sobre selvas de cemento, chillan colgados en jaulas crías de monos sin pelo, pelo. Los indios pata-de-goma, vistiendo chapa de acero, por caminos de betún ruedan rápidos y serios. Atrás, ¡a contratiempo! Por las calles trepidantes ruge el león del desierto. Por bóvedas de luz blanca revuelan pájaros ciegos, ciegos. Hay un plátano gigante en medio del cementerio que echa por hojas papeles marcados de cifra y sello. Atrás, ¡a contratiempo! Sobre pirámides rotas alzan altares de hielo y adoran un dios de plomo de dientes de oro negros, negros. Con sacrificios humanos aplacan al Dios del Miedo, corazoncitos azules sacan vivos de los pechos. Atrás, ¡a contratiempo! Trazan a tiros los barrios, a escuadra parten los pueblos. Se juntan para estar solos, se mueven para estar quietos, quietos. Al avanzar a la muerte allí lo llaman progreso. Por túneles y cañones sopla enloquecido el Tiempo. Atrás, ¡a contratiempo! Por eso, carabelitas, oíd, si podéis, consejo: No hagáis historia, que sólo lo que está escrito está hecho, hecho. Con rumbo al sol que os nace, id el mapa recogiendo, por el Mar de los Sargazos tornad a Palos, el puerto. Atrás, ¡a contratiempo! Monjitas arrepentidas, entrad en el astillero. Os desguacen armadores, os coman salitre y muergos, muergos. Dormid de velas caídas al son de los salineros y un día de peregrinas, id a la sierra subiendo, Atrás, ¡a contratiempo! Volved en Sierra de Gata a crecer pinos y abetos. Criar hojas y resina y hacerles burla a los vientos, vientos. Allí el aire huele a vida, se siente rodar el cielo, y en las noches de verano se oyen suspiros y besos.