sábado, 25 de julio de 2009

Juego de las diferencias 2

El 24 de marzo de 1977 dos textos fueron escritos en ocasión del aniversario del golpe cívico militar realizado un año antes.
Uno de ellos apareció en todos los periódicos, el otro no fue publicado por ningún medio.
Uno es recordado todos los 24 de marzo, el otro fue escondido debajo de la alfombra.




Solicitada publicada por la Sociedad Rural Argentina (S.R.A) con fecha 24 de marzo de 1977.


LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA AL PAIS

En el primer aniversario del Gobierno de las Fuerzas Armadas

Hoy hace un año que el país se debatía en la más profunda de las crisis por las que ha atravesado en su historia.
La corrupción, la falta de autoridad, el desgobierno, el crimen como medio político, eran caracteres dominantes de la situación. En lo económico, la inflación descontrolada y el desorden fiscal eran insostenibles. Se estaba al borde de la cesación de pagos; en suma, el país se desintegraba.
En esos momentos todos estábamos dispuestos a dar cualquier cosa por tener garantías mínimas de vida y de bienes, por volver a respirar aire puro.
Fue en tan graves circunstancias que las Fuerzas Armadas tomaron las riendas del país con patriótico empeño, para evitar su desarticulación total. Su advenimiento al gobierno fue apoyado por todos. En aquel momento nadie medianamente informado creyó en la posibilidad de revertir la situación en un plazo breve.
Un año después, juego de una ardua labor, varios e importantes son los logros materializados. Quizás mayores aún de lo que nos puedan parecer sin la suficiente perspectiva.
La guerrilla apátrida y brutal, amparada en buena medida por las anteriores autoridades, ha sufrido rudos golpes y está en franca retirada. Ahora se dedica desde el exterior a atacar al país a través de la prensa izquierdista, cínicamente abusando de la calificación de derechos humanos, que ellos jamás quisieron respetar.
Sin embargo, queda mucho por hacer. Es indispensable reforzar el proceso dándole otro ritmo, lograr definiciones y tomar decisiones que hacen al fondo del mismo y que son necesarias para proyectar a la Nación hacia su modernización, conforme al plan económico inicialmente enunciado.
En efecto, debemos desarmar el andamiaje creado por casi 35 años de una lenta pero sistemática estatización socializante, que en definitiva ha demostrado su fracaso al empobrecernos a todos y al no haber dado los frutos que algunos sectores ansiosos, confundidos o equivocados, esperaban de su aplicación.
Este proceso requiere el apoyo y sacrificio de todos los sectores, sacrificio que deben hacer no sólo los empresarios y los obreros, sino especialmente el Estado, dando el ejemplo a través del reordenamiento presupuestario, que ya ha comenzado la liquidación de las empresas estatales y el redimensionamiento de la burocracia.
Ahora no debe dominarnos la impaciencia. Volvamos nuestra memoria al 24 de Marzo de 1976 y comparemos la actual situación con aquella, recordemos etapas similares y veremos que las experiencias pasadas nos indican la inconveniencia de actitudes demagógicas, de aperturas políticas prematuras, que pueden entorpecer o demorar una efectiva recuperación del país en todos los órdenes.
La Sociedad Rural Argentina reitera frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de Marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales.
Buenos Aires, 24 de Marzo de 1977.



CARTA ABIERTA
A LA JUNTA MILITAR

Por RODOLFO WALSH

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda la ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son reprimidos, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".10
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

1 Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de "liberados" que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y posterior fusilamiento permanecen intactas.
2 El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una sobreviviente: "Picana en Ios brazos, las manos, los muslos, cerca de Ia boca cada vez que lloraba o rezaba... Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me iban hacer fiambre con la máquina de sierra que se escuchaba".
3 "Cadena Informativa", mensaje Nro. 4, febrero de 1977.
4 Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba, monseñor Primatesta: "El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la enfermería seis compañeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Angel Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este úItimo había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un intento de fuga".
5 En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global de la represión después del golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.
6 Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.
7 "Programa" dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
8 El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por "La Opinión" el 3-10-76 admitió que "el terrorismo de derecha no es tal" sino "un anticuerpo".
9 El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76, después que el ministro del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de "simular" su secuestro.
10 Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según "La Razón" del 12-6-76. Jefe del Grupo I de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.
11 Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó aún más.
12 Diario "Clarín".
13 Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.
14 Prensa Libre, 16-12-76.

viernes, 24 de julio de 2009

¿Alguien sabe quién fue Cosme Budislavich?

Por Luciano Zdrojewski, Ana Guerra y Joaquín Gómez

Nombres de calles, plazas, estaciones y monumentos nos cuentan historias y la historia es también un espacio de conflicto, de lucha y enfrentamiento por dar forma al mundo en el que vivimos. Además de la estación Darío y Maxi, muchas otras intervenciones disputan ese poder de nombrar dando batalla por la construcción de nuestra identidad.

El principio de una historia

Hace más de 100 años, el 20 de octubre de1901, los trabajadores de la Refinería Argentina de Azúcar de la ciudad de Rosario se declararon en huelga en reclamo por mejoras en las condiciones de trabajo. Para evitar que los rompehuelgas entren a la fábrica, los obreros armaron un piquete en la puerta de las instalaciones impidiendo el ingreso al lugar. Los dueños de la empresa consideraban la situación insostenible por donde la vieran: la fábrica así cerrada les hacía perder demasiado dinero, pero aceptar los reclamos significaría algo peor, la derrota a manos de los manifestantes. Así, el pedido de orden y seguridad de los empresarios no tardó en llegar a oídos del gobierno. Rápidamente, la policía rosarina movilizó sus fuerzas para limpiar el piquete, la libertad de negocios era prioridad ante los derechos de los trabajadores.
Ahora están frente a frente, policía y manifestantes. Los obreros esperan inquietos a ver qué sucede, su plan no es iniciar un enfrentamiento pero se defenderán de ser necesario.
En cambio, las fuerzas represivas estan ahí con un objetivo bien claro: despejar la entrada
cueste lo que cueste, esa ha sido la orden. La policía mueve primero, provocar se llama el juego, e intenta capturar a los líderes de la protesta. Los obreros no pueden más que responder y salen a defender a los suyos. Bastonazos, puños, piedras y escudos, los golpes policiales intentan abrir el piquete pero los trabajadores resisten tenazmente, por lo menos hasta que llegan los caballos y con ellos los disparos. De ahí en más todo es gritos, corridas y salvajismo policial. En medio del tumulto, del caos y el miedo es asesinado el obrero Cosme Budislavich, un inmigrante eslavo de 34 años, un balazo en la nuca le reventó la cabeza mientras trataba de huir de la carga policial. Así fue como cayó la primera víctima de la represión a los trabajadores organizados en la Argentina.
Se podrá discutir si fue verdaderamente el “primer” asesinado del movimiento obrero o no. Es posible que Budislavich no lo haya sido, quizás simplemente no exista un/a primero/a en estas cosas. Pero no traemos su recuerdo para discutir esta cuestión, sino porque su olvido es todo un símbolo y de eso queremos hablar: de la Historia y de cómo el presente recuerda al pasado. Preguntarnos por qué razón nadie conoce hoy a Budislavich, por qué un hecho tan emblemático de nuestra historia nos resulta tan extraño nos obliga a interrogarnos por lo que recordamos en su lugar, quiénes son aquellos que reconocemos como parte de nuestro pasado y por qué razón se eligieron determinados nombres y hechos y no otros.
Así nos acercamos a la pelea por el cambio de nombre de la estación Darío y Maxi (ex Avellaneda). Casos como el de Budislavich nos lleva a preguntarnos de qué depende que dentro de algunos años Darío Santillán y Maximiliano Kosteki sigan presentes en nuestra memoria colectiva y no sean, finalmente, olvidados como tantos otros antes que ellos. Una cosa es clara, si no queremos que esto suceda, si buscamos evitar que en 30 años los sucesos del 26 de junio de 2002 sean tan extraños a la gente como nos resultan a nosotros los del 20 de octubre de 1901, debemos plantear la discusión de cómo hacemos para impedirlo, de cuál es significado político de recordar y cuál el de olvidar, a quienes conservamos en nuestra memoria y a quienes expulsamos de ella.
La Historia, un territorio en lucha

Los espacios que transitamos cotidianamente nos cuentan historias, están repletos de referencias a personas, fechas y acontecimientos del pasado del país que reflejan una imagen precisa de lo que, según algunos, deberíamos creer qué es la Argentina y la gente que vive acá. Estos símbolos (aunque no son los únicos) tienen el poderoso efecto de construir identidades específicas, actúan para que cada uno de nosotros aprenda a través de ellos valores, ideas y versiones del pasado que influyen en la manera en que pensamos en el presente. Las calles, las plazas, los barrios, las estaciones de trenes, todo tiene algún nombre puesto. También los edificios estatales, las escuelas, los lugares donde se hacen trámites, los hospitales, casi todo está ya nombrado. De ahí que podríamos elegir cualquier lugar definido, listar sus nombres e identificar qué es lo que recuerdan y qué es lo que olvidan, quién los nombró y qué identidades involucran. Los monumentos y las placas también hacen lo suyo, recordando algún suceso ocurrido allá lejos o no tanto en el tiempo; incluso los billetes que usamos todos los días están inmersos en este juego. Estos mismos espacios, así producidos, así ordenados, son también escenarios del conflicto social, de lucha y enfrentamiento político por dar forma al mundo en el que vivimos.
Hay una multiplicidad de gestos, de acciones y de combates que intervienen en el espacio así dispuesto, son acciones encaminadas a apropiárselo, renombrarlo o al menos discutirlo. Aparecen los grafittis que escrachan la figura inmutable de muchos monumentos, la instalación de baldosas, placas y carteles recordando luchadores sociales del pasado, la pintura de murales que marcan presencias donde algo estaba ausente, y hasta campañas abiertas por renombrar espacios como es el caso de la estación Darío y Maxi. Todas estas intervenciones pueden verse como una red de acciones que disputan el poder de nombrar las cosas, al mismo tiempo que dan batalla por las identidades construidas en cada una de ellas.
Estas acciones que promueven una historia a contrapelo surgen constantemente y por todos lados, muchas han permanecido a través del tiempo mientras otras tantas resultaron efímeras sin dejarnos mayores rastros. Algunas son realizadas a través de campañas abiertas que implican meses o años de militancia y otras se dan de manera clandestina en una noche fugitiva, así en pequeños pueblos como en grandes ciudades, llevadas a cabo por pequeños grupos como por grandes multitudes. La lucha por la apropiación simbólica del espacio, estos actos de historización colectiva suceden, aunque no sea en forma coordinada, en todo el país y a lo largo del tiempo.
Un claro ejemplo de esta disputa es la que se da en torno a la figura del coronel Ramón Lorenzo Falcón, una fiel muestra de lo que reflejan los monumentos actuales. Falcón fue un cadete brillante del Colegio Militar de la Nación, sus excelentes notas le ganaron la distinción de graduarse con honores en 1873, convirtiéndose en el primer egresado de aquella institución. En su carrera como militar formó parte de las llamadas “Campañas al Desierto”, en las cuales el ejército argentino realizó una auténtica limpieza étnica en tierras patagónicas. En servicio, dedicó valiosos años de su juventud a conquistar aquel extenso territorio para el estado nacional, la oligarquía terrateniente y sus socios extranjeros. Al volver a la ciudad de Buenos Aires se retiró del ejército y continúo su vida política como diputado, hasta que en 1906 fue designado como Jefe de la Policía Federal. Mano dura contra el desorden y poner fin a la subversión anarquista y socialista eran los objetivos planteados. Al mando de aquella institución, manejó con severidad las uerzas represivas, liderando en persona los cientos de salvajes desalojos que se sucedieron durante la huelga de inquilinos en 1907 y la masacre del 1º de mayo (Día del trabajador) de 1909, cuyo saldo fue el asesinato de 12 manifestantes y 105 heridos. Este hecho dio inicio a una huelga general que duró más de una semana y a los enfrentamientos que tiempo después fueron conocidos como “La semana roja”. A pesar de su responsabilidad en aquella masacre y el arraigado odio popular hacia su persona, Falcón tenía el apoyo de los poderosos, lo que le garantizó la continuidad en el cargo. Así, continúo su aporte al país clausurando periódicos, locales e imprentas de diversas organizaciones políticas, aplicando la antidemocrática y xenófoba ley de Residencia, por la que se expulsaba del país a inmigrantes que se acusaba de perturbar el orden público. Pero su vida no iba a continuar mucho tiempo más, el 14 de noviembre de 1909, Simón Radowitzky, un joven anarquista ruso de 18 años, decidió ajusticiar a tan cruel ser humano y le arrojó una bomba a su carruaje. Ramón Falcón y su secretario privado, Alberto Lartigau, murieron debido a la explosión. Para el Estado argentino, su vida ejemplar y su trágica muerte a manos de “la subversión” no podía ser olvidada así nomás y la figura de aquel hijo pródigo de la Nación se elevó por los cielos: surgieron monumentos y placas en su memoria, por todos los rincones del país calles, plazas, pueblos, colegios e incluso hogares de huérfanos se nombraron en su honor. La academia de la Policía Federal también recibió su nombre y su vida se convirtió en el modelo a seguir de todo agente del orden. Así Falcón fue proclamado héroe y santo de los argentinos y pasó a ocupar su lugar en los altares de la patria.
Pero aquellos tributos al genocidio, al racismo, la xenofobia y la persecución política no han permanecido impolutos. Frente al cementerio de la Recoleta, en Capital Federal, al monumento en su homenaje se le pintó hace tiempo la inscripción Simón vive junto al símbolo anarquista. También en Buenos Aires, la calle “Coronel Falcón” fue varias veces intervenida con carteles que la reemplazaban por Simón Radowitzky y actualmente existe una campaña por internet de vecinos del barrio que buscan cambiar definitivamente su nombre. La plaza “Ramón Falcón” en el barrio de Floresta pasó a llamarse Che Guevara después de una extendida discusión entre los vecinos y una votación con urnas distribuidas en colegios, lugares de trabajo, centros culturales, plazas, comedores populares, etc. donde se eligió por voto popular la nueva designación.
Otro ejemplo más conocido es el del dos veces presidente, ministro de guerra y senador General Julio Argentino Roca. Además de ser uno de los mayores responsables políticos y militares del genocidio indígena en la Patagonia, siendo presidente aprobó leyes represivas como la Ley de Residencia, impulsó la persecución política, el racismo y representó a la oligarquía nacional y extranjera defendiendo sus intereses. Su decisiva acción para construir una Argentina moderna, blanca y capitalista fue retribuido por los sucesivos gobiernos a través de una cantidad incontable de reconocimientos públicos. Al igual que con Falcón, pueblos, monumentos, placas, escuelas, hospitales y todo los demás honores adecuados a un padre de la Nación fueron erigidos en tributo al gran Julio Argentino Roca.
Pero el pueblo no olvida. En el sur argentino, el monumento que lo recuerda en pleno centro cívico de Bariloche es constantemente asediado con grafittis en castellano y mapuche. También en San Francisco, Provincia de Córdoba, se pelea porque el “Boulevard Roca” pase a llamarse Pueblos originarios y proyectos similares se impulsaron en las localidades de Rojas (Buenos Aires) y Concordia (Entre Ríos). En Capital Federal se alteran constantemente los carteles de la calle “Diagonal Roca” escribiendo Pueblos Originarios y una campaña pública busca instalar un monumento dedicado a la Mujer Originaria en el lugar donde actualmente se encuentra el bronce de Roca (también intervenido constantemente) en Capital Federal. Un proyecto de ley busca, entre otros objetivos, la destrucción de todos los monumentos con la figura de Roca y el reemplazo de denominación de calles, plazas, parques, museos y escuelas que llevan su nombre. Esto incluiría, por ejemplo, cambiar las imágenes de los billetes de 100 pesos, donde de un lado se conmemora “La campaña del desierto” y en el otro a su responsable político y militar, Roca.
Una figura que pasa más desapercibida dentro de esta elite represora, tan honrada por los monumentos nacionales, es Nicolás Avellaneda. Defendido por muchos como “hombre de cultura”, aficionado a las letras y portador de un talante noble y valeroso, suele dejarse de soslayo que fue bajo sus órdenes que personajes como Roca y Falcón se lanzaron en sus carreras genocidas. Avellaneda organizó y ordenó el genocidio. Pero hay otro rasgo de su carácter que sin dudas ha dejado continuadores y no se tiene del todo presente. Hablando con una claridad que hoy es difícil encontrar en los gobernantes, en ocasión de la inauguración de la Asamblea Legislativa del año 1877 Avellaneda entonó un discurso presidencial que se convertiría en doctrina soberana, el mismo concluía: “Los tenedores de los bonos argentinos deben, a la verdad, reposar tranquilos. La República no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los pueblos extraños. Hay dos millones de argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y sobre su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”. La enseñanza fue retomada: pagar la deuda externa es más importante que garantizar la alimentación del pueblo. A pesar de esto, el cuestionamiento a los múltiples tributos que se erigen a su nombre no surgió en una impugnación de su figura. Tuvo su origen, en cambio, cuando un espacio que llevaba su signo, por razones de lo más burocráticas, ya que se trata de la estación de trenes de la ciudad de Avellaneda, comenzó a ser reclamado por la lucha popular.
Muchos otros ejemplos de intervenciones callejeras disputan o disputaron también el derecho a nombrar y a recordar. Por ejemplo, en el Parque Lezama de Capital Federal hay un monumento a Pedro de Mendoza con un paredón detrás que tiene la imagen de una mujer indígena desnuda, el gran conquistador está con una rodilla levantada y la espada clavada en la tierra. Hace unos años a Pedro de Mendoza le pintaron de rojo la punta de la espada y parecía que chorreaba sangre por el monumento (que tiempo después fue restaurado y la espada limpiada). En Bernal, partido de Quilmes, hay una estatua a Colón que comúnmente tiene graffitis alusivos al genocidio indígena y manifestaciones contra el colonialismo. Durante el 2002 una asamblea barrial tapó carteles de la calle “Roosevelt” (presidente norteamericano entre 1933 y 1945) por inscripciones que decían Pueblos originarios. También la plaza del barrio de Flores en Capital que lleva el nombre de Pedro Eugenio Aramburu –personaje central de la Revolución Fusiladora que en 1955 derrocó al gobierno peronista y que fue años después ajusticiado por Montoneros-, fue rebautizada allá por el 2002 como Plaza 20 de diciembre. Actualmente, cerrada e intransitable por los arreglos de la Municipalidad, el nombre de Aramburu está tachado y reemplazado por el de Vallese, en homenaje al obrero metalúrgico detenido desaparecido en 1962. También en San Isidro la calle “Aramburu” fue rebautizada durante algunas semanas cercanas al 17 de octubre por Combatiente Montonero.
El nosotros de las historias
Los relatos sobre el pasado tienen el poderoso efecto de crear lazos de afinidad y pertenencia hacia un grupo, lugar o persona. Así, por ejemplo, cuando somos chicos entre todas las experiencias que nos ayudan a conocer el mundo, las historias familiares que nos cuentan abuelos, tíos, padres o vecinos no son menores en importancia. Gracias a estos cuentos comenzamos a ver cómo esta compuesta y de qué manera funciona la sociedad, al igual que nos vamos identificando con gente, lugares, oficios o profesiones, culturas, religiones e ideas políticas. Aprendemos tradiciones, nos sentimos afines con otras personas que han escuchado historias similares, nos identificamos con un pasado al que consideramos nuestra Historia. De esta manera, forjamos nuestra identidad como individuos, pertenecemos a una familia, a un barrio, ciudad, país, pero también a una clase social y cultura determinada. Los relatos del pasado más generales, aquellas historias que dan cuenta de los sucesos de un país o de una clase social, también tienen esta influencia sobre quienes las aprenden, ayudan a que una sumatoria de individuos dispersos se conformen como grupo específico al otorgarles una identidad común, una memoria colectiva en la cual verse reflejados. Como todos compartimos el mismo pasado, entonces presente y futuro nos verán ligados. Es por eso que al contar historias estamos trazando puentes con el pasado que iluminan y dan solidez a un nosotros. Los relatos así construidos nos invitan a identificarnos con determinados ancestros, a reconocernos en algunas personas, eventos y acciones, o, por el contrario, a rechazar o ignorar ciertos personajes y sus realizaciones. Por otro lado, cualquier historia implica también el olvido de ciertos aspectos del pasado, ya que no es posible recordarlo todo: de lo sucedido seleccionamos aquellos hitos que tienen sentido para nosotros. De esta manera, al recordar, se pone en juego el modo en que las personas se piensan a sí mismas, a quiénes consideran miembros de su grupo de pertenencia y a quiénes prefieren ignorar o mantener alejados.
En los casos que nombramos antes, sea Ramón Falcón, Julio A. Roca o Aramburu, la cuestión no es solamente que se homenajee a semejantes personajes en nombres de calles, plazas o monumentos sino también cuál es la historia que representan, qué relato es el que implican y a qué nosotros pertenecen. Un jefe de policía que ordena desalojos o represiones, un militar que encabeza la masacre de pueblos indígenas, otro que combate encarnizadamente la organización del pueblo ¿a qué nosotros representan o qué identidad buscan construir y sostener? Las tierras se privatizaron luego de las campañas al desierto y se repartieron entre una centena de familias poderosas, se pusieron a producir para el mercado mundial y se proletarizó a la población para que trabaje en ellas. La Revolución Fusiladora no sólo se dedicó a reprimir por las armas sino que también implicó el avance del poder de las empresas sobre las condiciones de trabajo y de la vida entera de la población. El nosotros que implican Roca, Falcón y Aramburu es el del Estado y el mercado. El nosotros que implican Roca, Falcón y Aramburu es el de la represión estatal y patronal a toda lucha social. Y es también el de una historia hecha por individuos y protagonizada
centralmente por varones.
Al mismo tiempo, Simón Radowitzky, el Che Guevara, los pueblos y la mujer originaria, Darío y Maxi, las marcas y nombres que buscan contrarrestar o terminar con esa otra presencia quizá forman parte de otro nosotros en construcción. Un nosotros que se afirma en una trama organizativa que nos comunica y dentro de la que vamos consolidando una cultura propia, antagónica al racismo, al sexismo, al mercantilismo y al individualismo. Un nosotros que es constantemente un desafío.
La destrucción y la construcción, dos vías para la acción
En este punto es válido volver a preguntarnos por la efectividad de los monumentos, ya que hoy día pocos reconocen a la gran mayoría de ellos y parece acertado pensar que tirar una escultura abajo o cambiar el nombre de una calle (por más justo que esto sea) poco está cambiando de la realidad social.
Pero la significación de los monumentos no se agota en su existencia, en lo que ellos significan y enseñan, ya que en definitiva el problema no se reduce a elegir nombres bonitos ni a construir grandes y bellas esculturas, sino a qué hacemos en torno a ellos y que sentidos les damos. La importancia fundamental de estas intervenciones reside en los movimientos de los vivos que se generan en torno a los monumentos, en la oportunidad de pensar, problematizar y actuar en torno a la historia y la construcción simbólica del mundo en que vivimos. Es la lucha política por los espacios públicos y la puesta en cuestión del orden vigente los efectos buscados en cada uno de estos actos.
Entonces, en relación a los monumentos tenemos al menos dos vías de acción política: la destrucción y la construcción. Como en todo, a veces para dar lugar a lo nuevo primero hay que destruir lo viejo. Destruir aquellas imágenes que nos indignan y someten es un acto de liberación, al igual que dar lugar a nuevos símbolos nos alimenta y nos hace más fuertes en la lucha por una sociedad más justa. Además, los monumentos funcionan como bases materiales desde la cual se defienden ideas y derechos, sino recordemos lo que significó que los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo pintados alrededor de la Pirámide fueran marcados de negro por parte de grupos que siguen hoy defendiendo la pasada dictadura.
La reflexión intelectual sobre los efectos de la monumentalidad (qué historia se construye para el presente, a quiénes se recuerda y a quiénes se olvida, qué valores refleja, etc.) aunque resulta fundamental, no responde a todas las cuestiones involucradas en tales actos. Muchas de estas acciones nacen desde los sentimientos (al fin y al cabo un monumento es un recordatorio de algo o alguien), de la necesidad anímica de no olvidar. Desde el mismo lugar parten los sentimientos de indignación y bronca ante el homenaje que se hace a gente como Falcón, Roca, Aramburu, Pedro de Mendoza y tantos otros.
Si bien a nivel estatal esta forma de recordar está asociado a la historia oficial, a la construcción del “bronce” de los padres de la patria, aquellos santos laicos que deben ser recordados con respeto y solemnidad; dentro del campo popular estos monumentos generalmente son construidos para homenajear a los muertos de la represión estatal - patronal, surgen de la voluntad de recordar a los compañeros caídos, de no permitir olvidar quien murió, por hacer qué y a manos de quién. En este sentido el recuerdo es también denuncia. Durante muchos años (antes de que la represión de la última dictadura cívico militar se incluyera como parte de la historia oficial del país) se colocaron placas recordatorias en lugares donde vivieron detenidos-desaparecidos. De alguna manera se colocaba una presencia allí donde había una ausencia. Murales recordando el anterior funcionamiento de centros clandestinos de detención o la desaparición de personas en lugares de trabajo se levantaron con igual sentido. Por ejemplo, en las paredes que circundan el predio del actual supermercado Wall Mart en Villa Pueyrredón -donde funcionó la fábrica textil Grafa, en Capital Federal-, se pintó un mural que recordaba a los trabajadores/as desaparecidos de aquella fábrica, aunque poco después el mural fue blanqueado por orden de la empresa (cuyo jefe de seguridad fue escrachado tiempo después por represor). Otros asesinados por la represión, esta vez en tiempos de democracia, también son recordados a través de intervenciones populares. Además del ejemplo de la estación Darío y Maxi, hay muchos casos más como en Cutral Có, donde un cartel renombra el puente que ahora se llama Teresa Rodríguez, el recuerdo a Francisco Escobar y Mauro Ojeda asesinados por la gendarmería en diciembre de 1999 en Corrientes; las tres cruces y placa de cemento en Gral. Mosconi recordando a los caídos en las puebladas del 2000. También en el microcentro porteño placas en el piso (que fueron varias veces removidas) recuerdan a los asesinados durante la represión al Argentinazo en diciembre del 2001.
Los peligros de los monumentos
Cómo decía Rodolfo Walsh, Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. Si esto es cierto, también lo es que recordar a los nuestros a través de las generaciones erigiendo monumentos en su nombre, entraña serios peligros que debemos tener en cuenta si nuestro propósito es continuar la lucha.
Al elevar hombres y mujeres sobre el resto podemos convertir a aquellos luchadores sociales en héroes tan lejanos, distantes e irreales como han sido los próceres de bronce de la Historia oficial. Igual puede suceder con jornadas de lucha popular y movimientos políticos que alejamos al idealizarlos y volverlos objetos de adoración. Hacer del recuerdo que denuncia una veneración solemne no puede más que hacer de nosotros mismos seguidores ciegos, transformando la crítica al orden vigente en aceptación dócil y sumisa. ¿Cuántos pueblos han sido explotados salvajemente mientras se erigían frente a ellos gigantescas estatuas en honor a las ideas más nobles?
Otro peligro que se pone en juego a la hora de construir monumentos, es la posibilidad de reducir los múltiples protagonistas de nuestras historias a una sola persona, quien resulta sobredimensionada mientras el resto es reducido a mero accesorio, a simples seguidores de individuos modelos. De ahí que procesos históricos complejos son vistos como el resultado de
la acción resuelta de un hombre o mujer, y la victoria de todo un movimiento el producto de la clarividencia de un solo individuo.
Pero además, debemos tener en cuenta que los monumentos por sí solo no salvan del olvido a nada ni a nadie. Como ya dijimos, los nombres de calles, las esculturas o murales pueden ser perfectamente ignorados por todos, perder su poder simbólico y volverse una figura convencional; de ahí a la destrucción física hay solo un paso. Otra forma de olvidar (más sutil y por lo tanto más peligrosa) es su apropiación por la ideología dominante, falseando su historia con el fin de utilizar su memoria para legitimarse en el poder.
En definitiva, las piedras, el mármol y el bronce no recuerdan ni eligen como ser utilizados, sino que quienes recordamos y damos sentido a los objetos somos los vivos, por eso depende de nosotros mantener la lucha por el significado y los efectos de aquellos monumentos, estando atentos ante los peligros que pueden implicar.
El fin de una historia

En la ciudad de Rosario se proyecta la inauguración de Forum Puerto Norte para el año 2011. Dicho emprendimiento es el primer paso hacia la creación del Puerto Madero rosarino y se asienta sobre las 4,5 hectáreas que ocupó la antigua refinería de azúcar (aquella donde fue asesinado Cosme Budislavich). El complejo contará con once edificios, unas trescientas viviendas cuyo valor arranca en los 2.000 dólares el m2 y contará, entre otros detalles, con mesadas de mármol de Carrara, guardería náutica propia, microcine con pantalla gigante, pileta climatizada de 20 metros y gimnasio modernamente equipado.
En declaraciones al diario La Capital de Rosario, la empresa anunciaba las obras de reciclado de la vieja refinería, que resguardarán el valor histórico, y comentaba que “estarán preservadas y destacadas las huellas políticas y culturales del movimiento anarquista que habitó ese mismo edificio hace un siglo, cuando funcionaba una humeante maltería. El mártir obrero Budislavich tendrá su lugar. Su energía flotará en ese espacio, aunque, se entiende, entre los nuevos habitantes no habrá ningún heredero de la misma clase social del mártir obrero.”
Triste e irónica historia la de Budislavich, quien fue asesinado brutalmente al luchar por sus derechos y luego olvidado a través de los años. Hasta que un buen día, como burla del destino, su recuerdo resurgió para convertirse en decorado fashion del último moderno barrio para millonarios.
Imposible no preguntarnos ¿Quienes recordarán nuestras historias como su pasado?

viernes, 17 de julio de 2009

Canciones para realizar las actividades del Revi poster "El Cordobazo"


El angel de la Bicicleta

Con letra de León Gieco y música de Luis Guerevich, esta canción homenajea a Claudio “Pocho” Lepratti, asesinado por la policía rosarina el 20 de diciembre del 2001, mientras defendía el comedor popular donde militaba al grito de "Bajen las armas, que aca solo hay pibes comiendo".








El angel de la bicicleta

Cambiamos ojos por cielo
sus palabras tan dulces, tan clarascambiamos por truenos
Sacamos cuerpo, pusimos alas
y ahora vemos una bicicleta alada que viaja
por las esquinas del barrio, por calles
por las paredes de baños y cárceles
¡Bajen las armas
que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos fe por lágrimas
con qué libro se educó esta bestia
con saña y sin alma
Dejamos ir a un ángel
y nos queda esta mierda
que nos mata sin importarle
de dónde venimos, qué hacemos, qué pensamos
si somos obreros, curas o médicos
¡Bajen las armas
que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos buenas por malas
y al ángel de la bicicleta lo hicimos de lata
Felicidad por llanto
ni la vida ni la muerte se rinden
con sus cunas y sus cruces
Voy a cubrir tu lucha más que con flores
Voy a cuidar de tu bondad más que con plegarias
¡Bajen las armas
que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos ojos por cielo
sus palabras tan dulces, tan clarascambiamos por truenos
Sacamos cuerpo, pusimos alas
y ahora vemos una bicicleta alada que viaja
por las esquinas del barrio, por calles
por las paredes de baños y cárceles
¡Bajen las armas
que aquí solo hay pibes comiendo!


Pueblo nuestro que estas en la tierra

Compuesta por el dúo Pedro y Pablo (Miguel Cantilo y Jorge Durietz) "Pueblo nuestro que estás en la tierra" fue prohibida por el gobierno militar a principios de los años 70`s.



Pueblo nuestro que estas en la tierra

Pueblo nuestro que estas en la tierra
disimulada siempre tu voz
vénganos en tu reino
vénganos pueblo, vénganos
hágase tu voluntad
así en la igualdad como en la libertad
así en la igualdad como en la libertad

El pan de cada día,
de cada barriga cóbratelo
hoy cóbrale a tus deudores, l
os explotadores del pan popular

Y no te dejes violar
y no te dejes violar
por la injusticia social
mas líbranos del temor reverencia

Pueblo nuestro que estas en la tierra
sacrificándote bajo el sol
vénganos en tu reino
vénganos pueblo, vénganos
hágase tu voluntad
así en la oración como en la rebelión
así en la oración como en la rebelión

Pueblo de cada día
millones de vidas unidas en pie
repitiendo la frase a grito mensaje,
garganta y pared

El pueblo quiere saber
el pueblo quiere saber
de que se trata esta vez
no se lo puede engañar quiere cambiar

Dios no lo dejes caer
Dios no lo dejes estar
mas líbralo de perder su libertad
Dios no lo dejes caer
Dios no lo dejes estar
mas líbralo del temor reverencia
El pueblo quiere saber
el pueblo quiere saber
de que se trata esta vez
no se lo puede mentir quiere elegir
elegir…

Videos para realizar las actividades del Revi poster de "El cordobazo"


Argentina, mayo 1969:
El camino de la liberación

Realizado en la clandestinidad por el grupo Realizadores de Mayo, compuesto por Octavio Getino, Rodolfo Kuhn, Humberto Ríos, Pablo Szir, Eliseo Subiela, Jorge Martín "Catú" y Nemesio Juárez, entre otros realizadores.

Subimos aca fragmentos de la pelicula e imagenes de la época.

Para bajar la version completa:
http://www.megaupload.com/?d=H6JERUME